Diego Castagno González
En la última cumbre de Davos, Suiza, en la que el Foro Económico Mundial reúne cada año a los más influyentes líderes políticos y empresariales del mundo, se encontró al Secretario General del Partido Comunista Chino, Xi Jinping haciendo una entusiasta defensa del libre comercio.
En este mismo mundo del revés, la globalización y la integración comercial han dejado de ser el cuco de la izquierda. El fantasma del Brexit recorre Europa, impulsando a nuevos liderazgos nacionalistas emergentes como Marine Le Pen en Francia o Beppe Grillo en Italia. En este mundo del revés, el Estados Unidos de Donald J. Trump renegociara el NAFTA, saldrá del Acuerdo del Transpacifico, creara un muro de ladrillo y otro arancelario contra México y llevará adelante una guerra comercial con China a través de políticas proteccionistas que buscan recuperar empleos que harán a “América grande nuevamente“.
Lo cierto es que cuando Trump asume la presidencia de Estados Unidos, el país tenía una tasa de desempleo del 4,8%. Destacaba Andrés Oppenheimer hace unos días a través de El Nuevo Herald, sobre un estudio realizado por el Centro de Investigaciones Empresariales y Económicas de la Ball State University (CBER), que el 88% de las pérdidas de empleos en Estados Unidos en los últimos años se deben a cambios tecnológicos y no al comercio con México o China.
Y los pronósticos indican que esta tendencia seguirá en aumento, ya que se estima que el 60% de los empleos manufactureros que corresponden a una gran parte al electorado Trumpista de estados como Ohio, Pensilvania e Illinois, serán parcial o totalmente automatizados para los próximos años.
En este mundo del revés, en las puertas de una guerra comercial, Xi Jinping advirtió en Davos que no habrá ganadores en esta guerra recordando lo malo que han sido las políticas proteccionistas en la China comunista. Ahora bien, la protección de la industria nacional como sustituto de las importaciones no solo ha sido una política nociva para el gigante asiático, sino también para cualquier otro país en la que se haya instrumentado a largo plazo como lo fue en nuestra América Latina.
De todas formas, en el mundo del revés, el proteccionismo a la “American Way“ va a ser sin duda un “experimento nuevo” digno de análisis que da lugar a mas especulaciones que respuestas. La frontera que se buscara blindar es nada más ni nada menos que la del mercado más valioso y consumista del mundo. ¿Tendrá un efecto recesivo en la economía mundial? ¿Dara lugar a productos americanos caros con empresas americanas menos competitivas? O ¿podría llegar a tener un efecto espejo que dé lugar a una contracción geo política de Estados Unidos en el mundo y relegar espacios de influencia a una China expansiva?
En el mundo del revés, lo que si parecería comenzar a ser cierto es que la China comunista de Xi Jinping se aproximaría a ser el próximo heredero de la promoción del libre comercio, tal y como lo fue una vez Estados Unidos respecto del Reino Unido. ¿Quién lo hubiera dicho no?
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