''Hubiéramos querido realizar este acto al pie de la estatua de la Libertad, que es nuestra vocación y nuestro empeño. Bajo su signo, al pie de nuestro Gaucho y mirando a extramuros, hacia el país entero, reafirmamos nuestra fe, nuestra esperanza, pero también nuestra confianza. Seguros y fuertes en nuestras ideas, en nuestros métodos, en el Frente Amplio como instrumento para que el Pueblo Oriental alcance su destino''. Liber Seregni
Así terminaba Seregni su oratoria en abril del 72. Muchos o al menos yo teníamos miedo, eran momentos duros: los asesinatos de los comunistas de la 20, atentados, represión y el frío, ese que me calaba el alma pese a que era abril.
Aquella noche, en medio del silencio atento a las palabras del General, yo sentí que esa consigna de “Cambios para la paz y paz para los cambios” iba a ser una guía.
Empezábamos a entender que la democracia era el camino y que no era negociable, había que defenderla, y vaya si costó esfuerzo y dolor.
Su defensa me llevó al exilio, casi un premio al lado de centenares y miles que pasaron por la tortura y la cárcel. Lo pasamos “De cara al Uruguay”, como solíamos decir, y a la vuelta, a trabajar nuevamente por la democracia, para recuperarla, todos juntos sin distinción de colores.
Aprendimos a concertar y a respetarnos, y logramos, con concesiones necesarias, abrir el camino, convencidos de él y del “No” a las dictaduras de cualquier tipo.
Después es historia conocida, gobiernos de los tres partidos y la Democracia siempre presente.
En parte fui protagonista como un militante más. Después, designios de la vida, un espectador atento, que disfrutaba con los éxitos electorales del Frente y las conquistas reales y las mejoras posibles en un mundo diferente.
Creo que fueron muchas, otros habrá que las detallen, porque más allá de los errores y de los problemas reales, se lograron muchas, muchísimas cosas tangibles y medibles que nadie había hecho antes. Entre otras, que todos viviéramos mejor.
Pero algo tocó mi zona de confort y entendí que debía ponerme otra vez a la orden, para dar aunque fuera mi escaso aporte, porque sentí que el Frente no tiene asegurada una victoria electoral, que es necesario una nueva mirada al país y al mundo, pero que se debe hacer con los principios que Seregni nos propuso aquella noche.
Sentí que era hora de dejar ese confort y sumarme, ya veterano, a la renovación de esa fuerza constructora de futuros.
Creo que esa renovación, está en el movimiento que encarnan Mario Bergara y decenas de entrañables y queridos compañeros y compañeras, recogiendo el sentimiento de la mayoría de los uruguayos, orgullosos de ser un ejemplo de Democracia en el continente.
Confío en el Uruguay democrático, en el libre juego de las ideas y de partidos, pero siento que nadie puede, como el Frente, con el espíritu de Seregni, asegurar lo obtenido y seguir construyendo el futuro.
Emocionado, tras largos años de cárcel, con un megáfono amarillo en su mano, Seregni desde el balcón de su casa, nos marcaba el camino.
Hoy sigue siendo el mismo: “Fuimos, somos y seremos una fuerza constructora, obreros de la construcción de la Patria del futuro”
Nos merecemos otra oportunidad para seguir haciéndolo.
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