No es extraño que la sangrienta represión tuviera como escenario principal la histórica plaza de Tianamen. Allí se venía congregando desde hacía días intelectuales, estudiantes, y obreros exigiendo reformas. El 4 de junio de 1989 no quedó nadie. Hasta hoy. Sin embargo, el 5 de junio sucedió el hecho más simbólico de toda la protesta.

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Columna de Facundo Ponce de León

Sobre el autor

Montevideo, 21 de agosto de 1978. Doctor en Filosofía por la Universidad Carlos III de Madrid. Licenciatura en Filosofía y en Ciencias de la Comunicación por la UDELAR. Periodista en prensa escrita (El Observador, El País, Freeway) y televisión (Vidas, Contenidos TV, Teledoce). Profesor de Antropología filosófica en la UCU. Escribió el libro "Daniele Finzi Pasca: teatro de la caricia". Investigador en la CFP. Percusionista. En 2012 fundó Mueca films junto a su hermano Juan.

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La plaza, el pueblo y el hombre

04.Jun.2014

No es extraño que la sangrienta represión tuviera como escenario principal la histórica plaza de Tianamen. Allí se venía congregando desde hacía días intelectuales, estudiantes, y obreros exigiendo reformas. El 4 de junio de 1989 no quedó nadie. Hasta hoy. Sin embargo, el 5 de junio sucedió el hecho más simbólico de toda la protesta.

Hoy se cumplen 25 años de las protestas de la Plaza de Tiananmen, una serie de movilizaciones llevadas adelante por estudiantes en la República Popular China. Las protestas sucedieron entre el 15 de abril y el 4 de junio. Finalizaron con una feroz represión militar. El lugar donde se suprimió el movimiento es la plaza de Tian'anmen, en Pekín. Allí el Ejército Popular de Liberación, la noche del 3 de junio de 1989, introdujo los tanques y la infantería que disolvió la revuelta. No hay cifras oficiales de muertos (se habla de entre 400 y 2600) ni de heridos (entre 7.000 y 10.000). En China hoy se sigue silenciando este hecho.

En palabras del periodista español David Trueba: La pelea por la libertad prosigue en China, aplastada ahora no por los tanques y las armas de aquel irónicamente llamado Ejército de Liberación Popular, sino por la amnesia inducida con la potencia económica que exhibe.

Otro periodista español, Lluís Bassets también de El País de Madrid, lo plantea así: De Tiananmen salió un régimen purgado de dirigentes blandos y dubitativos, pero reafirmado en la vía capitalista: puño de hierro para las libertades públicas y máxima libertad para quienes quieran prosperar en la economía de mercado. A pesar de la incomodidad inicial y de las protestas occidentales, el mundo entero se conformó pronto con el olvido. Tiananmen se convirtió en un tabú dentro de China y en una referencia incómoda para quienes mantienen estrechas relaciones con Pekín. Hemos canjeado la libertad de los chinos por la prosperidad de todos dentro de la economía globalizada. Eso es Tiananmen.

La plaza es el lugar del espacio público por antonomasia. Si hay vida cívica, es porque hay plazas donde los ciudadanos libres se reúnen para deliberar, protestar o celebrar. Es un lugar donde se forja la vida ciudadana. Uno puede contar la historia de un país en función de las cosas que han sucedido en sus plazas. Momentos donde el pueblo reunido espontáneamente tomó decisiones. Si son erradas o acertadas es secundario, el punto es que tomó decisiones. Y el escenario de esto fue siempre la plaza pública. No es extraño entonces que la sangrienta represión que ordenó Deng Xiaoping, el mismo sujeto que se encargó de la reforma económica china, tuviera como escenario principal la histórica plaza de Tianamen. Allí se venía congregando desde hacía días intelectuales, estudiantes, y obreros exigiendo reformas en el sistema político. El 4 de junio de 1989 no quedó nadie. Hasta hoy.

Sin embargo, el 5 de junio de 1989, ante una plaza tomada por los tanques militares, sucedió el hecho más simbólico de toda la protesta. Frente a la fila de tanques, a 200 metros de la Plaza, sobre la Gran Avenida de la Paz Eterna, se erigía un hombre sólo, de pantalón oscuro y camisa blanca. El fotógrafo Jeff Widener inmortalizó el momento y la foto ganó el World Press foto de 1989.

Se le llamó el hombre del tanque o el rebelde desconocido. Nunca se supo el nombre de este sujeto que se plantó frente a los tanques. El diario británico The Sunday Express publicó que su nombre era Wang Weilin, un estudiante de 19 años. Sin embargo, nunca se verificó esta información. Otro dicen que lo ejecutaron dos semanas después. Otros dicen que está vivo en Taiwán y otros que fue procesado con prisión donde se encuentra aún hoy. El fotógrafo Charlie Cole, quien estaba allí aquella mañana, declaró que el rebelde fue arrestado minutos después de pararse frente a los tanques. Nada de esto se ha verificado. El gobierno de la República Popular China guarda silencio.

Celebro que nunca se haya sabido el nombre del hombre del tanque. Es una metáfora de lo que puede cualquier ser humano que se precie de ser persona. Volver al video de esa mañana de 5 de junio de 1989, con ese rebelde desconocido erguido frente al poder militar, es siempre un impulso para saber que las agallas están adentro de cada uno.

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