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Nada Que Ver

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Críticas, opiniones y caprichos de series de tv —sin spoilers-. Por Martín Otegui Piñeyrúa

Sobre el autor

Martín Otegui Piñeyrúa es un guionista, profesor y productor de televisión convencido de que el final de Lost fue perfecto.

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Más buena que el pan

15.Ago.2014

Hablemos de "Fargo", de los Coen, basada en "Fargo", de los Coen. Si alguno todavía no se enteró, sí, hay una serie. Y si alguno todavía no se enteró, sí, hubo una película. Cuál es mejor y cuál hay que ver primero son dos preguntas que a nadie importa, porque "Fargo" fue la peli del año y "Fargo" será -si Rusty Cohle no se pone celoso- la serie del año.

¿Y qué pasa si vos tenés razón y ellos se equivocan? La sociedad, el sistema, los poderosos, la Policía. Tus compañeros de trabajo, tus clientes. Tus ex compañeros de clase, tu hermano menor. Tu propia esposa. Esa pregunta retórica con implicancias existencialistas se lee en un poster muy berreta, adornado con pececitos de colores, en el sótano de los Nygaard, un matrimonio de mediana edad y clase que se encuentra en ese momento de la vida en que ya no alcanza con todo lo que se ha conseguido. Lester y Pearl Nygaard son la encarnación más fatídica del sueño americano, sobreviviendo el uno al otro en un pequeño y nevado condado de Minnesota donde todo el mundo conoce a todo el mundo. Es en ese clima provinciano de alegre mediocridad donde el bueno de Lester -un corredor de seguros que usa campera naranja- enciende sin querer queriendo la mecha de la catástrofe. Tiñe el blanco de la nieve con el rojo de la sangre, y transforma un tranquilo pueblo de gente amable en el escenario de los crímenes más irracionales y divertidos. Todo por dos casuales encuentros: uno con el tipo que le hacía bullying en la escuela, y otro con un asesino a sueldo bien dispuesto. El mismo exacto día, ¡qué casualidad!

Es que en "Fargo" esa casualidad es el hada madrina perversa que mueve los hilos de la historia. Es la que hace que el mundo ya no sea de los inteligentes sino de los tontos. De los que no pueden arreglar una lavarropas, ni ascender en el trabajo, ni satisfacer a su mujer. De los que preguntan en el motel si está permitido llevar como mascota a una bacteria. De los que mean en el tanque de nafta del auto de su jefe. De los estafadores que se deschavan a sí mismos y de los policías que no desconfían de las personas que les caen bien. Y el resultado de tanta casualidad y de tanta torpeza es tan catastrófico como se podría imaginar.

Poco más se puede decir del argumento de "Fargo" sin caer en los spoilers. Así que hablemos de la película, la placenta de la que esta serie toma el punto de partida, el universo, algunos personajes y esa desconcertante y maravillosa sensación de que estamos ante algo que nunca hemos visto. Y que, por supuesto, no sabemos cómo enfrentarlo: si con espanto o carcajadas.

En 1996 Joel y Ethan Coen filmaron una película que hasta el día de hoy cuesta entender, pero encanta. Quizá ni ellos llegaron a saber bien qué hicieron. Llamémosle neo-noir, digamos que reformularon el humor negro o que se inventaron su propio género. Como sea, aquel relato policial en el que un hombre contrata a dos tipos para que secuestren a su mujer y exigir al suegro un rescate millonario resultó brillante. El poder de la casualidad, el suspenso tragicómico y el inmenso absurdo -sostenidos, eso sí, por un guion y un elenco excelentes- hicieron de "Fargo" un bicho raro que durante mucho tiempo los propios Coen intentaron reinventar aunque casi nunca con la misma efectividad. A veces la balanza se inclinó demasiado hacia el humor, otras veces hacia lo dramático, pero jamás dieron con la receta exacta que tan bien les funcionó en "Fargo".

Hasta hoy. Con la ayuda de Noah Hawley ("Bones") encontraron en la televisión el laboratorio perfecto para recrear aquella vieja fórmula y elevarla a la enésima potencia. Con un piloto arrollador, otros nueve episodios muy parejos -aunque, eso sí, con el ritmo parsimonioso que los caracteriza-, otra segunda temporada en marcha y un elenco tan bueno como el de la película original, lograron finalmente hacerle justicia a una de sus joyas más preciadas casi veinte años después.

Se puede ver "Fargo" -la serie- sin haber visto nunca la película. Y se puede ver la película antes de enfrentarse a la serie -de hecho, lo recomiendo-. Si no comento más sobre el argumento y las bondades de esta gran primera temporada es sencillamente porque el mayor elogio que se le puede hacer es ponerla a la altura de las expectativas que había generado -es decir, a la de la película-. No creo que encontremos en lo que queda de este año otra serie que se despegue tanto del resto, que sea tan redondita y que brille con luz propia como lo hace "Fargo".