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Filosofía y Periodismo

Filosofía y Periodismo

Columna de Facundo Ponce de León

Sobre el autor

Montevideo, 21 de agosto de 1978. Doctor en Filosofía por la Universidad Carlos III de Madrid. Licenciatura en Filosofía y en Ciencias de la Comunicación por la UDELAR. Periodista en prensa escrita (El Observador, El País, Freeway) y televisión (Vidas, Contenidos TV, Teledoce). Profesor de Antropología filosófica en la UCU. Escribió el libro "Daniele Finzi Pasca: teatro de la caricia". Investigador en la CFP. Percusionista. En 2012 fundó Mueca films junto a su hermano Juan.

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Conspiración o duda

11.Dic.2013

Conozco personas que leen el mundo desde la conspiración y les pregunto una y otra vez, ¿cómo hacen para vivir así? Ellos siempre responden lo mismo: prefiero pensar así y no ser tan inocente de creer que las cosas son lo que te dicen que son.

La teoría conspiracionista inunda todos los campos de la convivencia y puede definirse como la convicción de que, por detrás de cualquier acción o hecho, hay razones ocultas y perversas. Para el conspirador el engaño es permanente y lo mejor es vivir alerta y en plena desconfianza.

El sorteo del mundial estaba arreglado; el último clásico estaba digitado; todo lo que se emite en televisión es obra de intereses ocultes y nunca ocurre lo inesperado; si estudias en universidades privadas podrás comprar exámenes; todos los políticos se llevan dinero al bolsillo que nadie sabe, yo publico esta columna porque alguien me lo pidió a escondidas y respondo a intereses corporativos; Bush sabía desde antes del 11 de setiembre 2001 que se caerían las torres; Obama fue presidente porque lo digitó un círculo selecto de empresarios y un infinito etcétera que hacen al corazón del que cree en conspiraciones.

Conozco personas que leen el mundo desde la conspiración y les pregunto una y otra vez, ¿cómo hacen para vivir así? Ellos siempre responden lo mismo: prefiero pensar así y no ser tan inocente de creer que las cosas son lo que te dicen que son. La estrategia es inteligente: si te ponen en un dilema en el que hay que optar por uno y otro, es preferible ser conspiracionista que naif en un mundo salvaje y lleno de artimañas.

Pero el punto es que la dicotomía es falsa: entre ser conspiracionista y ser inocente hay un trecho que tiene que ver con estar atento y alerta de no creerse todo, pero tampoco no desconfiar de todo. Ese equilibrio es todo el arte del aprendizaje, la reflexión, la vida en común y el periodismo. Saber confiar, saber dudar. A veces las intuiciones ayudan a pasar de uno a otro cristalinamente; a veces las intuiciones son un laberinto. El quid es la prudencia de andar con confianza y con duda al mismo tiempo. Si se elimina una de las dos, se cae en la conspiración o la credulidad acrítica.

No hay elementos suficientes para afirmar que el sorteo del mundial de la FIFA estaba resuelto de antemano. El video viral no es concluyente. Pero sí hay elementos suficientes para opinar que la FIFA no es una entidad transparente (el caso más sonado fue la publicación hace más de un año de los arreglos del expresidentes Joao Havelange y su yerno Ricardo Texeira). Desde la cúpula el manto de sospecha se adueña del negocio del fútbol en general. Otra vez hay que apelar al equilibrio y la prudencia. Caer en la conspiración es, paradójicamente, el modo más sencillo de perpetuar la corrupción.

Hay tres pensadores que son los íconos de la actitud conspiracionista: Marx, Freud y Nietzsche. Los tres partieron de la misma premisa: "hay que descubrir dónde y cómo nos están engañando". Marx respondió con la noción de superestructura ideológica que nos adormece y aliena, Freud con el inconciente que marca nuestro comportamiento al margen de nuestro control y Nietzsche con la voluntad de poder, escondida detrás de cada acción humana.

Son tres genios del pensamiento pero abrieron un camino peligroso que es el de creer que en el fondo todo brota desde un lugar perverso y oculto. Ese camino, que escapa a ellos pero nace de ellos, lleva a la aparición de conspiracionistas de pacotilla, que se pasean por el mundo con teorías absurdas que no se sostienen en nada y desconocen el misterio y lo imprevisto de las acciones humanas.



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