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De la familia Gallinal a las manos de los trabajadores rurales

17.Jul.2014

Tierra para quien la trabaja

Las diferencias entre la oposición y este gobierno son profundamente ideológicas. Los representantes históricos del “Honorable” Partido Nacional y el Partido Colorado, muchos de ellos, grandes terratenientes de nuestro país; han gobernado, período tras período, para cuidar sus intereses y propiedades. Mientras que los gobiernos frenteamplistas han comprado y recuperado tierras, para entregarles a los productores y trabajadores más pobres de nuestro campo.

El Instituto Nacional de Colonización (INC) fue fundado en 1948. Hoy, posee cerca de 400.000 hás. Desde el 2005, adquirió el 25% del total de las tierras que administra, convirtiéndose en el mayor propietario de tierras del país. Si bien, el instrumento existía, la falta de recursos (vale aclarar que aun no son suficientes) impedía que el instituto cumpliera con sus objetivos, evidenciando así una clara decisión política.

El campo ganadero de la familia Gallinal, en Florida, desde el 2008 es la colonia Reglamento de Tierras 1815. Esta colonia de 3.000hectáreas es una de las 53 adjudicaciones, que desde el año 2010, se ha entregado a diversos emprendimientos asociativos. En ella, residen 20 familias jóvenes que se dedican a la lechería. Recientemente, se inauguraron obras de electrificación (ocho kilómetros de línea trifásica) y de caminería rural (14 kilómetros de caminos vecinales), en las cuales se invirtieron cerca de US$ 800.000. Para dicha realización, el Estado trabajó conjuntamente, de manera transversal, involucrando diversos organismos: el INC, el MGAP, la OPP y la UTE. De esta forma, se concreta un modelo de país, en donde el Estado es el eje central de las políticas.

Este ejemplo sirve para marcar las enormes diferencias que nos separan y enfrentan a la derecha de este país. El nombre de esta colonia no es elegido al azar. Persigue, reivindica y aplica los valores del ideario artiguista: la tierra concebida como un bien social, subdividida para que quienes la trabajen, puedan acceder a ella, permitiendo y estimulando la radicación del trabajador rural, de los más desposeídos.

También la protección de la soberanía nacional fue otra de las causas por la que luchó Artigas y que hoy el Frente Amplio defiende. La ley recientemente votada en la Cámara de Representantes que prohíbe la compra de tierras a Estados extranjeros, intenta frenar este fenómeno que afecta a toda América Latina.

Este es el centro de la disputa electoral. En su planteo, no aparecen las diferencias ideológicas y de clase. Al contrario, las esconden. El problema, para ellos, se resume únicamente a los distintos tipos de gestión. Pero la gestión sin modelo de país, es marketing. Como se constata en la colonia Reglamento de Tierras 1815, el Estado cumple un rol social, en defensa de los más pobres. Compra un bien finito, como la tierra, y la distribuye entre los que más la necesitan. Con responsabilidad, genera las condiciones para que el proyecto de vida de estos trabajadores tenga una viabilidad real.

Y no se trata de verdades, se trata de hechos. Los acontecimientos son los que confirman que la izquierda en Uruguay es la única fuerza política, que, en sólo dos gobiernos, ha construido un país para todos, donde el trabajo es el eje central. Porque lo demostramos, podemos afirmarlo. Sólo el Frente Amplio dirigió el país hacia un modelo productivo, administró con seriedad, propiciando el crecimiento económico sostenido, pero, a su vez, redistribuyendo el ingreso, permitiéndole a la mayoría del pueblo uruguayo, gozar de sus derechos, negados durante años.

Lo que le duele a la oligarquía, a los dueños históricos de este país, los Lacalle Pou, los Bordaberry es que el Frente Amplio distribuya de forma segura, uno de los bienes por los cuales estas familias sustentaron su dominio histórico: la tierra.