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Dirigente de Defensor Sporting Club en los últimos diez años.
Fundador y Secretario General sector Asamblea Batllista.

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Sturla, el Cardenal irónico

23.Mar.2016

"La Iglesia no es una sociedad secreta ni va a invadir la rambla". Con esta irónica frase, en clara alusión a la Masonería, titula El País un reportaje que le realizara al Cardenal Sturla el domingo pasado. Ya en el interior de la nota podemos leer el siguiente comentario del Cardenal. "La iglesia todo lo que hace lo muestra, no somos una sociedad secreta que en un templo cerrado discute entre socios que hacia afuera no se sabe quiénes son, lo que hay que hacer o dejar de hacer. En la Iglesia todo se conoce, no hay ningún secreto".

No parece ser el mejor camino para una discusión seria, fundamentada y contundente la utilización de tal recurso, la sátira. La pretendida posición de "vivo" en que se sitúa la máxima autoridad católica del Uruguay no condice con los que representa, con los que aspira a representar ni con el cargo de Cardenal - segundo en orden jerárquico mundial - que ostenta.

Aclaro, antes de continuar, que no integro ni el Opus Dei, ni la Masonería, ni alguna organización secreta o discreta, por lo que no se me podrá acusar de defender intereses personales.

La matriz laica de los uruguayos no es de hoy ni de principios del siglo pasado. Se remonta a los comienzos del proceso independentista, cuando aún no éramos país. Ya en el artículo 3º de las Instrucciones del año XIII se puede advertir ese espíritu: "promoverá la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable", al igual que el artículo 2º del proyecto de Constitución artiguista, también del año 1813, "ningún sujeto será atropellado, molestado o limitado en su persona, libertad o bienes, por adorar a Dios en la manera y ocasiones que más le agrade, según le dicte su misma conciencia...". En la tesis de Licenciatura en Teología, que comparte autoría con Monseñor Mariano Soler, y que publicara en el año 2010 bajo el título "¿Santa o de Turismo? Calendario y Secularización en el Uruguay", omite Sturla referir a estos antecedentes. Desconocemos si es porque aún no era Uruguay o porque - al igual que ahora - pretende ser "vivo" obviando nada más ni nada menos que al ideario artiguista.

Dice Sturla: "Con cualquier otra manifestación religiosa no hubiera habido problema. Todo el lío que se arma es, en definitiva, porque la propuesta es de la Iglesia Católica. Se ha hablado hasta del tema artístico. Pues lo tenemos muy cuidado. Me gustaría que se hiciera una encuesta sobre el valor artístico que tienen algunos monumentos de la rambla. Creo que nuestra Virgen supera ampliamente a otros desde el punto de vista artístico." El Cardenal omite referir, suponemos que apelando - una vez más - a la pretendida "viveza" referirse como lo hizo en la carta que dirige al Intendente Martínez - y que forma parte de los antecedentes del proyecto - fechada el 04 de Noviembre de 2015 donde afirma: "Desde el año 2012, la Iglesia Católica de Montevideo viene realizando en el mes de enero de cada año, un rosario de bendiciones para la familia en la Aduana de Oribe (Rambla Armenia esq. General Riveros). Con una creciente asistencia, en 2015 el evento contó con la participación de 8.000 personas. Con tal motivo surge la idea de instalar permanentemente en el predio una imagen de la Virgen María, como lugar de devoción y peregrinación permanente para los fieles." Queda claro aquí que la intención no es la que deja ver durante la entrevista, pues ésta es transformar un espacio público exclusivo para fieles justificándolo con reunir a 8.000. personas una vez por año.

En otro pasaje de la entrevista refiere Sturla al anacronismo de los argumentos manejados por los que sienten que la conquista de espacios públicos mediante imágenes divinas constituye una estrategia de la Iglesia Católica para el combate del Estado laico, como queda claro en el párrafo anterior
Según la definición de anacronismo de la Real Academia Española: Error consistente en confundir épocas o situar algo fuera de su época, nos induce a concluir que Sturla refiere a que los argumentos manejados son antiguos, fuera de época, inoportunos. ¿Aceptarán los uruguayos que quien representa en 2º orden mundial de jerarquía a una institución que al día de hoy se opone:
al divorcio
a la fecundación in vitro
al casamiento de los sacerdotes
y a tantas otras situaciones cotidianas a las que - desde un conservadurismo sin límite - combate, tilde de anacrónicos los argumentos expuestos? ¿Posee autoridad moral Sturla, entonces, para llamar anacrónico a quienes creemos que un espacio público natural, despojado de imágenes divinas constituye una muestra de liberalidad que protege los derechos y creencias de todo ciudadano?

Nuestro país tuvo un proceso de secularización que no empezó con Bernardo Berro - quien a reacción de la negación, por parte del vicario Jacinto Vera, de otorgar sepultura al ciudadano uruguayo escocés Enrique Jacobsen por su condición de masón - decreta la administración municipal de los cementerios, hasta ese tiempo en manos de la administración católica. Las bases datan, como decimos arriba, desde antes de la independencia. Andrés Lamas, jefe político de la Defensa en 1843, sustituye las denominaciones católicas del nomenclátor por otras de carácter laico. En su mayoría, éstas persisten en la zona hoy conocida como Ciudad Vieja. En 1877 se consagra la ley de enseñanza pública basada en la gratuidad, obligatoriedad y laicidad que impulsó José Pedro Varela. En 1885 se consagra el matrimonio civil obligatorio antes de la celebración del religioso.

A principios del siglo XX el impulso en la construcción del estado laico liderado por José Batlle y Ordóñez es fundamental. Las leyes de divorcio aprobadas en 1907, 1910 y 1912, la eliminación de los crucifijos de los hospitales públicos, la eliminación del catecismo en la educación pública primaria, el juramento laico para las autoridades legislativas, la eliminación del cargo de capellán en el ejército, creación de un calendario laico, sustituyéndose los feriados de carácter religioso por otros de carácter laico y cosmopolita, primero por ley de 1915 por iniciativa del presidente Batlle y Ordóñez, complementada por otra de 1919 por iniciativa del presidente Baltasar Brum, instituyéndose como días feriados, el 1º de mayo, el 4 de julio, el 14 de julio, el 20 de setiembre, o el 25 de diciembre como día de la familia, y la semana antes llamada santa, como semana de turismo. Y finalmente, la consagración del Estado Laico, con la Constitución de 1918, cuyo art. 5º sigue vigente hasta el presente, el que establece en su parte inicial, que "todos los cultos religiosos son libres en el Uruguay. El Estado no sostiene religión alguna".

En otro pasaje de la entrevista Sturla afirma: "Uruguay ya pasó por un proceso secularizador muy fuerte. En este momento, por el contrario, hay cierta hambre de espiritualidad. Es un momento propicio para que la Iglesia haga su misión en una sociedad democrática y plural. Es cierto que es una sociedad fuertemente secularizada, pero eso a mí no me asusta". Observamos a través de esta frase un Sturla desafiante, provocador, que tampoco ayuda a la pacífica convivencia en libertad.
Sturla tiene el derecho a desear multiplicar los feligreses católicos por el número que sus sueños le inspiren y tal derecho no lo otorga divinidad alguna. Está consagrado en las leyes de esta maravillosa nación nacida desde la razón. Lo que no es de recibo es que con su prédica, hoy irónico y provocativo, pretenda socavar los avances que en cuanto a libertades individuales espirituales hemos logrado ciudadanos de todas tendencias políticas y religiosas a través de la consagración del Estado laico.

(Referencias históricas extraídas de "Laicidad en Uruguay" por el Prof. Víctor Rodriguez Otheguy)