Montevideo PortalColumnistas
Filosofía y Periodismo

Filosofía y Periodismo

Columna de Facundo Ponce de León

Sobre el autor

Montevideo, 21 de agosto de 1978. Doctor en Filosofía por la Universidad Carlos III de Madrid. Licenciatura en Filosofía y en Ciencias de la Comunicación por la UDELAR. Periodista en prensa escrita (El Observador, El País, Freeway) y televisión (Vidas, Contenidos TV, Teledoce). Profesor de Antropología filosófica en la UCU. Escribió el libro "Daniele Finzi Pasca: teatro de la caricia". Investigador en la CFP. Percusionista. En 2012 fundó Mueca films junto a su hermano Juan.

Más columnistas

imagen del contenido Escribe Gerardo Sotelo
imagen del contenido Escribe Ana Jerozolimski
“Al ver las imágenes de Juan Guaidó regresando a su país (. . . ) lloré de emoción.
imagen del contenido Escribe Esteban Valenti
La diferencia en los indicadores de la violencia entre los barrios de la costa y del norte y el oeste de Montevideo corresponden prácticamente a dos países diferentes.
imagen del contenido Escribe Pablo Mieres

Crisis y artesanías

11.Jul.2012

El Observador anuncia para el próximo viernes un suplemento especial que repasa la crisis que sufrió Uruguay en 2002. Se puede ver un adelanto con los dichos de Batlle y Alfie  en: 

http://www.elobservador.com.uy/noticia/227772/batlle-fue-un-via-crucis-terrorifico/

El diario Clarín de Argentina realizó, poco tiempo después de la salida de De la Rúa, un informe que todavía sigue online y repasa el fatídico mes de diciembre de 2001:

http://edant.clarin.com/diario/especiales/caidadelarua/index.html

En Montevideo, el peor día fue el viernes 2 de agosto de 2002, cuando se conjeturó que las hordas tomarían el centro de la capital en horas de la tarde y saquearían los comercios. No pasó, pero la psicosis estaba instalada y la posibilidad de que colapsara el país era real y palpable. Un sindicalista de aquel entonces declaraba: "Acá hay gente que sale y toma lo suyo. Estas experiencias enseñan. Cuando alguien se da cuenta de que luchando se puede y cuando somos capaces de tomar lo ajeno, lo negado, esto cambia las organizaciones. Estamos augurando más y más saqueos y más y más agitación social. Y estamos de alguna manera promoviendo el legítimo derecho a la rebeldía". Así pensaban algunos.

Cinco años después de la crisis, en mayo de 2007, el diario El País informó que crecían en Uruguay el número de artesanos.

http://www.elpais.com.uy/Suple/DS/07/05/27/sds_282827.asp

Intuyo que esta cifra ha seguido creciendo, la información no está actualizada en el sitio de la Dirección Nacional de Artesanías de Pequeñas y Medianas Empresas (Dinapyme).

Parece una conclusión secundaria e irrelevante que haya crecido el número de personas que se dedican a la artesanía cuando hablamos de la crisis financiera más grande de la historia del país. Sin embargo, demuestra una tendencia mundial que tiene que ver justamente con la misma idea de crisis. Diez años después, la crisis está ahora en Europa, donde también hay una vuelta a las cosas artesanales.

No son sólo las artesanías en sí, se habla también de pan artesanal, ropa artesanal, agricultura artesanal. Es como volver a un tiempo arcaico donde las manos, y no las máquinas, pasan a ser nuevamente las grandes protagonistas. Y no sólo las propias, sino las de la familia, que desde hace dos, tres o cuatro generaciones realizan la tarea. En las manos del joven zapatero artesanal trabajan también las manos de su tatarabuelo.

La crisis de 2002, tan plagada de números, bancos, finanzas y elucubraciones políticas, aparejó que muchos uruguayos regresen a esa tarea milenaria de refugiarse en sus manos para hacer algo. Lijar la madera, torcer los alambres, ablandar el cuero, terminar el objeto y otra vez a lijar la madera, torcer los alambres y ablandar el cuero. Y otra vez. Eso es la artesanía: la fascinación por repetir el proceso, porque las manos hagan y repitan el trabajo.

Lo que diferencia el arte de la artesanía es que el primero está en constante búsqueda de la novedad, de lo distinto, lo único, lo irrepetible. El artesano, por el contrario, tiene una relación distinta con el producto que realiza, lo que le importa es seguir el patrón, perpetuarlo en el tiempo, no cambiarlo. No es casual que la crisis haya desembocado en que crezcan los artesanos.

En el auge de la artesanía hay una revelación contra el tiempo que corre y hace crisis. La artesanía es serena, lucha contra la vertiginosidad y se sumerge en su propia atemporalidad, transformando con las manos los materiales del mundo, sin necesidad de saquear a nadie.



Más artículos de Filosofía y Periodismo

10.Jul.2014Medicina y catarsis

25.Jun.2014Fútbol y lógica

04.Jun.2014La plaza, el pueblo y el hombre

21.May.2014Fin del mundo

07.May.2014Ficción y realidad