Autor: Doctor en Ciencia Política.
Profesor del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.
Si Mujica fuera Astori, debería haber escrito una carta titulada "me equivoqué" reconociendo que la idea de dar piedra libre a la inversión de los entes autónomos no fue acertada, que la OPP no consiguió supervisar eficazmente los planes de las empresas públicas, y que debería haber escuchado las voces, entre ellas las de Astori y Lorenzo, que le advertían sobre el descontrol en los entes. Pero Mujica no es Astori. Mujica cree que la realidad no es objetiva sino que se construye con la palabra y que todo es un problema del lente con que se la mire.
Si Astori fuera Mujica, debería haber escrito una carta en 2013 diciendo que la culpa del quiebra de Pluna era del Presidente Vázquez por haberse aliado con Leadgate, acusando a Mujica de haber traído a López Mena para que armara el tinglado del remate y del caballero de la derecha, y señalando que en definitiva hay gente a la que no le importa el valor estratégico de las empresas públicas. Pero Astori no es Mujica. Astori cree que la realidad es objetiva, que no se la debe manipular y que las cosas no pueden ocultarse durante mucho tiempo.
Dos estilos distintos, dos formas de comprender y hacer política, con consecuencias electorales muy diferentes. Mujica ha sido presidente, consiguió que el pueblo lo amase y que el mundo lo aclamara por su (im)postura de rey filósofo, pobre y comprometido. Astori, en cambio, no ha sido presidente, el pueblo no lo ama pero lo respeta y confía en él porque ha guiado con éxito el timón de la economía durante once años.
Al dirigirse a Astori, Mujica prefiere usar la palabra contador. Al dirigirse a Mujica, Astori prefiere usar el sobrenombre Pepe. Dos modos diferentes de construir al antagonista. El contador de Mujica prepara al lector para lo que viene, el Pepe de Astori engaña al lector sobre lo que viene. En su texto, Mujica se siente desilusionado porque Astori parece no haber hablado en tiempo y forma en el gabinete de ministros. En su texto, Astori se siente indignado porque Mujica parece no haber escuchado en tiempo y forma en el gabinete de ministros. Fieles a su estilo, mientras Mujica no menciona coordenadas de tiempo y espacio, Astori indica reuniones, fechas, personas y hasta frases allí dichas. Para Mujica la realidad se construye, para Astori la realidad se constata.
El problema de fondo es quién se hace cargo de la crisis de Ancap. Cuando ocurrió el cierre de Pluna, Astori lo hizo (aunque repito, podría haberlo evitado). Ahora que sucede lo de Ancap, Mujica opta por buscar responsables en otras tiendas. Está muy claro que desea preservar la integridad de su protegido dilecto, Raúl Sendic, pero también busca mantener en alto la reputación de su equipo de asesores de OPP. Astori no tendría problema con eso pero la cuestión radica en que Mujica pretende endilgarle el cadáver y eso parece demasiado. Astori y su equipo callaron en forma solidaria durante el proceso de Pluna, cuando todas las pistas apuntaban a la responsabilidad del presidente. Incluso, sacrificaron dos cuadros políticos de primer nivel como Lorenzo y Calloia con el fin de salvar el rumbo del segundo gobierno del FA. Pero ahora cuando el muerto se lo quieren cargar a la "política económica", desarrollada con tanto esmero por el astorismo, el sacrificio luce exagerado e imposible de realizar.
Y la discusión transcurre en torno a eso, es decir, a quién asume su responsabilidad por el papelón de haber administrado mal una empresa pública nacional, generando pérdidas millonarios que deberán pagarse. La carta de Mujica es una granada y la de Astori un misil. Artillería pesada que no deja espacio para intercambios ni interacciones futuras. Los argumentos de Mujica son quejas que habilitan la respuesta; los argumentos de Astori son conclusiones categóricas que dejan sin margen de acción a Mujica.
Mientras tanto, la oposición ahorra energías. Cruzada de brazos observa asombrada el duelo entre dos de los tres principales líderes de la izquierda. Buena parte de las críticas contra la gestión de Ancap, emergen desde las propias filas del oficialismo. La semana pasada, Conrado Hughes se quejó en un Twitter porque sus amigos progresistas le robaban los argumentos críticos contra la gestión de Sendic.
¿Cómo termina esto? Difícil de saber, aunque supongo que el Frente Amplio puede apostar a que entre en acción la tercera pata del trípode en nombre de los frenteamplistas de a pie. Tabaré Vázquez tiene espacio para interceder y encontrar una salida que reduzca daños. Eso ha funcionado en otras crisis pasadas y no hay razón para que no vuelva a funcionar en el presente. Con Pluna ocurrió algo así. Al final del camino todos encontraron un punto medio aceptable y luego, la ciudadanía laudó asignando costos entre los participantes. En esta oportunidad, eso ocurrirá dentro de cuatro años cuando se realice la próxima elección. Al astorismo, Pluna le costó dos senadores y unos cuantos diputados. No sabemos cuánto le costará Ancap al mujiquismo. Cuando las cosas van mal, siempre es preferible lucir digno antes que desesperado. Estoy seguro que estos caballeros lo recordarán y tarde o temprano recobrarán la mesura. Nadie es infalible y es seguro que se necesitarán para que el Frente Amplio permanezca en el poder.